Qué martirio
Ferides
12 de abril de 2019
Me siento desolada. Me di cuenta ahora que todas las expectativas que tenía para mi futuro, no són mías. Ni una de ellas la encuentro rebuscando en los cajones de mi pensamiento. No son propias, no las he elaborado yo con cariño, no corresponden con lo que necesito.
Cuándo busco respuestas a “cómo lidiar con la frustración” recibo cantidad de respuestas variopintas, pero ninguna me convence. Tengo 26 años, y mucho camino por recorrer, comparado con el recorrido. Cuanto más avanzo en el camino, más frustración recojo de mi entorno. Mi vida es priviliegiada. Nacida en un entorno de clase media, nunca me faltó la comida en mi plato. He crecido con el mandato “puedes hacer lo que quieras con tu vida” a flor de piel. Pero ahora me encuentro que no puedo dejar de frustrarme con la vida de los demás. Y no porque me compare con vidas aparentemente más felices, sino porque en la observación de lo que me rodea, no puedo encontrar la felicidad. Cuánto más observo y analizo la injusticia incrustada en el mundo en el que vivo, menos posibilidades encuentro para encontrar la armonía en mi interior.
Sé que la vida no es justa para nadie, pero no puedo trabajar en mi cura, cuando observo constantmente las injusticias de mi alrededor. Siendo sensata y crítica con mi entorno, no puedo hallar la felicidad en ningún lado.
Y tengo suerte, mucha suerte. Tengo una família, y personas a las que amo, y les deseo el mejor de los futuros. Trabajo a diario para apuntar a las expectativas sociales, y desmontarlas en mi pensamiento. No són mías, son repeticiones de repeticiones a lo largo de una infancia y adolescencia sujeta a los imperativos sociales. No me creo ya las expectativas del éxito, de labrarse un futuro, de encontrar un sentido a mi vida. Pues todas las opciones me parecen egoístas.
Tengo intereses, muchos. Tengo amistades, muchas. Pero no deseo las cosas que está sociedad me plantea. Pues en su elección, sólo veo egoísmo. “debes encontrar algo con lo que disfrutes, y dedicar la vida en ello para que al darle todo sentido, recibas algo de felicidad, para poder estar tranquilo”. Pero esta opción me frustra profundamente. Es individualizante y egoista. Sólo busca proteger al propio ser. ¿Y el colectivo? ¿qué pasa con el colectivo?
“Hay que mirar hacía uno mismo, y que le den a la sociedad”. Tarea imposible si no dejo de observar lo que me rodea. Unos me dicen que la empatía y la capacidad crítica són dos características valuosas, nobles en una persona. Pero a efectos prácticos sólo conducen a la frustración. A ser incapaz de moverse mirando hacía otro lado, ¿cómo labrarme mi futuro individual con un colectivo tan menospreciable?
He optado por dejar de quejarme, pero no puedo dejar de sentir. ¿Odio la sociedad o me odio a mi misma?. Sea lo que fuere, las claves están en mi interior, y tengo demasiados privilegios cómo para no aprovecharlos.
Pero siento en mi interior que para ser feliz, tendría que dejar de ver.
Tendría que dejar de mirar, tendría que dejar de emocionarme, tendría que dejar de sentir.
Mi camino
Tú camino
El camino de otros
Porqué yo sí que puedo tener un trabajo, algo de dinero, y seguir reflexionando acerca del sentido de la vida. No cómo otros que sólo les resta bajar la cabeza y someterse. Ellos desearían estar dónde estoy yo, y también me frustra pensar que quito el sitio a alguien, que desearía encajar en la sociedad con la comodidad con que yo lo hago.
Otros me llamarán desde pesimista a heroína fracasada. Pero sólo así soy coherente. Sólo así puedo respetarme. Sabiendo que yo tengo suerte, y otros no, y que esta suerte sólo dilucida las abismales diferencias de oportunidades entre unos y otros.
“he encontrado trabajo”, “me aceptaron en este curso”, “conseguí una casa preciosa” , “mi posición social fascina”, son estas expectativas crueles fomentadas en la individualización las que repudio. Que suerte la tuya, que puedes conseguir todo esto. Que suerte…de culpabilidad. Siento mucha culpa.
Culpa al ver cómo tratamos socialmente la naturaleza, los animales y todo nuestro entorno.
Culpa al ver cómo nos relacionamos entre nosotros. Cómo nos medimos socialmente, como le tememos a lo desconocido, al raro, al feo o al pobre.
Culpa de ver cómo las poblaciones se polarizan, en relación a ricos i pobres, a razas y etnias.
Culpa de ver que la intolerancia y la crueldad reciben aceptación en nuestra sociedad.
Culpa de ver que todo el mundo barre para su casa.
Culpa de ver como estamos colectivamente indignados, pero sólo lo demostramos en Twitter.
Culpa de ver cómo hemos desarrollado la capacidad de poner la otra mejilla, de aceptar los yugos y acatarlos.
Culpa de ver que la política, la cultura y el arte sólo reman en la dirección de la auto-promoción y el beneficio de unos pocos.
Culpa de ver que la gente “es feliz” en estas circumstancias.
Culpa de ver que la gente es profundamente infeliz en estas circumstancias.
Para ser feliz tendría que dejar de ver. Para ser feliz tendría que dejar de mirar.
03 de julio de 2019
Siento que a nadie le interesa como soy realmente por dentro. Intento ser sincera acerca de lo que siento, y lo que pienso del mundo, pero siento que una vez me desnudo, la respuesta del otro es de aburrimiento o indiferencia. Será que mi forma de ver el mundo aburre a los demás, no parece interesante o se siente terriblemente negativo? ¿Hasta que punto somos tan superficiales que profundizar en algo asusta?
06 de mayo de 2019
Tengo un nudo y me estoy haciendo daño. No sé que hacer. No quiero ser la que se hace la víctima, ya lo he hecho mucho tiempo sin querer, y sinceramente, odio a la gente cobarde.
Pero me he olvidado de quién soy, sólo tengo ganas de llorar.
Día tras día.
Sé que puedo hacerlo sola
Todo
Me entrego unos días, y al siguiente, vuelvo a sentirme mal, enfadada, frustrada, triste.
No sé que hacer estoy muy agobiada
Pero no puedo hablar con nadie, porque me parece injusto por la otra persona. Pues soy tan priviliegiada que me averguenza quejarme.
No respiro bien ahora
Yo tengo que hacerlo sola
Pero siento que no puedo ni contar con amigos,
Me quieren, y yo a ellos, pero creo que todos piensan que soy de una forma que no soy
Nunca expreso lo que pienso realmente, y tampoco los conozco yo a ellos en realidad. Tengo amigos porque vamos en grupo, pero a nivel individual ninguno cuenta conmigo, cuentan antes con muchos otros.
Porque en realidad estoy teniendo una crisis existencial. Como ya ha sucedido otras veces.
Pero antes era una niña mona de veinte años. Ahora me averguenza.
Porque nadie lo tiene fácil, y la gente es valiente.
Y yo lamiéndome las heridas, sin haber aprendido a disfrutar de la vida
No quiero ser alguien mediocre.
Creo que tengo unas expectativas personales muy altas, y que no hago nada para luchar por ellas
Sólo lamo heridas
Necesito escribir
No sé como canalizar todo esto
Y con esta actitud siento que pierdo la ilusión, que todo lo que me reportaba ilusión antes ahora ya no lo hace
Y pienso, ves al psicólogo
Pero es que sé que tengo las respuestas dentro mío
Y que mirando con otra perspectiva, las piezas se van recolocando
Porque me ha pasado antes, y sé que no está todo mal. Es mi cabeza que ahora lo ve todo mal
Pero este “ahora” se alarga y se alarga…
Y hace tregua unos días y vuelve
JavaScript is turned off.
Please enable JavaScript to view this site properly.